Wednesday, May 13, 2015

¡El agua que no cae!

La sequía del '94 nos enseñó mucho, al menos a mí. Nos bañábamos con galoncitos de agua tres días a la semana. Aprendimos a valorar ese líquido sin el cual no podríamos existir. Uno de los problemas de vivir en una isla rodeada de mar es que pensamos que nunca se acabará el agua que podemos beber. Otro problema es que vivir en una isla nos hace pensar, en ocasiones, que somos la totalidad del Universo. Es difícil pensar que casi 1,000 millones de personas en el Planeta se duermen hoy sin haberse podido tomar un vaso de agua potable; que cientos de millones de niños tienen que decidir entre morir deshidratados o morir lentamente por beber agua contaminada.

Entonces, llega la sequía y recordamos la importancia del agua. Recordamos que en lo más mínimo que necesitamos, tiene que estar presente. Hemos dado por sentado que siempre habrá; que en cualquier momento abrimos el grifo, y sale el chorro. La realidad es que el agua, como todos los demás recursos naturales, no es ilimitada. 

La Tierra es la fuente de la vida porque contiene lo que necesitamos para vivir; pero los seres humanos nos hemos encargado de explotar y distribuir esos recursos. La distribución no ha sido equitativa, la pobreza y el hambre no se deben a falta de recursos, sino a la mala distribución de estos: superabundancia vs miseria. Por ejemplo, durante el 2010 en EU se consumió $10,000 millones en mantecado; con esos $10,000 millones se hubiese extirpado el hambre del mundo...
En cuanto a la explotación de la Tierra, el asunto es bien serio. No necesitamos tener un doctorado en ecología para entender el daño que hemos hecho a la capa de ozono, nuestras aportaciones al calentamiento global con el uso excesivo de iluminación y electricidad; calentamiento que está provocando el acelerado descongelamiento de los polos; la contaminación que provocan nuestros desechos que, debido a la superpoblación, cada día se convierte en un mayor problema. 

Nos han dicho muchas veces: hay que reciclar, hay que conservar energía, hay que hacer buen uso del agua, hay que buscar alternativas de energía renovable; pero, y ¿a quién le interesa eso? Todo lo medimos en términos económicos, y esa es, probablemente la fuente del problema. Por otra parte, la mayoría de las personas que afirman una fe religiosa, (hablo desde mi perspectiva como cristiano) no pueden encontrar una relación entre su fe y el gran problema ecológico. Sea porque piensan que la fe tiene que ver solamente con lo "espiritual" lo cual es un error, al menos desde la perspectiva del pensamiento judeocristiano; o sea porque piensan que este mundo no vale nada para Dios, pues todo será destruido y Dios creará un nuevo mundo para el disfrute de los/las creyentes. Pero, ¿y qué dice esto del Dios Creador que al crear la Tierra y todo lo que hay en ella dice que vio que era bueno? (Gen. 1) ¿Qué dice del Dios que, al presentarle a Jonás las razones para no destruir a Nínive, los animales fueron una de estas? (Jon. 4) ¿Qué dice del Dios que ordena a los judíos un año de "jubileo" para que, entre otras razones, la tierra descanse? (Lev. 25)

Así va la cosa en el relato de la Creación. Cuando Dios creó al hombre lo llamó Adam. Si leemos esto en el idioma original hebreo, hay un juego de palabras. "Adamá" es tierra, por lo cual Adam es el ser de la tierra. Es decir, todo ser vive de la tierra. Esto establece la conexión entre la tierra y la vida humana en la Creación, venimos de ella, vivimos en ella, dependemos de ella. Esta base es suficiente para comprender que, en la teología judeocristiana, la espiritualidad tiene mucho que ver con la Tierra y nuestra responsabilidad con esta. De hecho, me parece que una reconciliación con el Dios Creador debe cambiar también nuestra perspectiva sobre su Creación.

Uno de los profetas Indígenas de Norteamérica, Seathl sentenció muchos años atrás, tras ser conquistados por los europeos: “Los blancos también pasarán, quizás más pronto que otras tribus. Continúen contaminando su lugar de reposo, y algún día se sofocarán en su propia basura… será el final de vivir y el principio de la supervivencia…”.