Escribo este blog con mucho respeto, sin ánimos de herir sensibilidades, y con mucha responsabilidad. Este tema provoca dudas, preguntas e inquietudes de gente que no pertenecen a una iglesia cristiana evangélica, pero, tanto o más en la gente dentro de las propias iglesias; y es comprensible, todo lo que tiene que ver con dinero nos ocupa. O sea, todo está bien hasta que meten la mano dentro de nuestro bolsillo.
¿No es cierto que en nuestra sociedad los pastores y pastoras, predicadores y predicadoras cristianos tienen fama de "buscones"? Y esto es así porque sin quererlo nos hemos buscado tal título. Que si envías tal "ofrenda" te envío la moneda ungida de la prosperidad, te envío el pañuelo ungido, o un potecito de arena del Mar de Galilea... o algún otro talismán de la suerte... Gente, eso no es cristianismo... Entonces se paran a levantar gigantescas ofrendas para el "reino de Dios", sin embargo, por alguna casualidad, muchos de ellos y ellas andan ahora con un Rolex de $20 mil en la muñeca, trajes Emporio Armani, Mercedes serie 7 y más "bling bling" que Daddy Yankee... Si adquirieron todo eso porque se lo ganaron trabajando como todos y todas, con el sudor de su frente, con sus proyectos, etc., pues perfecto; pero si fue con los fondos del ministerio; fondos que provienen del bolsillo de gente pelúa y pelá, que no tienen en que caerse muertos, sin embargo fueron convencidos de dar más allá de lo que podían para el ministerio; entonces es bochornoso...
Por estas razones, cada vez que un pastor o pastora predicando en su iglesia habla del tema del diezmo y ofrendas es criticado, nos lo hemos buscado. ¿Cuántas veces has escuchado, igual que yo: el diezmo es un fraude; las iglesias lo que hacen es sacarle el dinero a la gente; o, eso de la iglesia a la verdad que es tremendo negocio?
¿Es el diezmo un fraude? Yo sé que ya mucha gente tiene su propia respuesta, pero, ¿qué tal si lo analizamos objetivamente dejando a un lado nuestros prejuicios religiosos o anti-religiosos?
El diezmo es el 10% de lo que generas como ingreso. La costumbre judía era separar ese 10% de los primeros frutos de su cosecha como ofrenda a Dios en el Templo. En adición a esto, también pagaban tributos a la clase sacerdotal, a la élite nativa y extranjera, pagaban los animales para sacrificio, fuesen palomas o corderos en el caso de los más acomodados. Es decir, lo que comenzó con el diezmo, ya en tiempos de Jesús se había convertido en casi 80% de sus salarios en tributos. Esto no podía sostenerse. Es por eso que Jesús denunció que los pobres eran explotados en nombre de Dios y el Templo. Pero, volvamos al diezmo... Números 18 y Deuteronomio 12 son algunos de los textos de la Torá (los primeros cinco libros de la Biblia hebrea que contenían la Ley religiosa judía) que contienen el mandato que recibieron los israelitas de brindar el diezmo de sus ingresos o cosechas para el Templo. Debemos observar que esta no era una costumbre única de los hebreos, otras culturas y religiones también tenían la costumbre de diezmar. Es por eso que en Génesis 14, Abraham, que no vivía bajo la Ley de la Torá porque no existía aùn, le ofrece sus diezmos a un sacerdote pagano de la ciudad de Salem (futura Jerusalén) llamado Melquisedec. En el capítulo 28 también le ofrece también sus diezmos a Dios sin ser partícipe de la Ley porque esto no era algo ajeno a su cultura en su tiempo.
Está más que claro que el diezmo es parte esencial de la Ley judía; y ¿qué tal del llamado Nuevo Testamento, las Escrituras que dan testimonio de Jesús y las primeras generaciones de la iglesia cristiana? Quien haya leído, bien sabe que dice del diezmo, como decía mi abuela: "lo que se le unta al queso...": nada.
En Lucas 11:42, Jesús le dice a los Fariseos (religiosos representantes del Templo): "Ustedes diezman, pero se olvidaron de la justicia y el amor de Dios, era necesario hacer esto sin dejar lo otro". En otras palabras, Jesús no pretendía que los Fariseos no cumplieran la Ley, sino que la acompañaran con obras dignas de gente que representa a Dios. Es el único texto del Nuevo Testamento que alguien podría decir que Jesús propone la práctica del diezmo, pero en este caso se dirige específicamente a los Fariseos.
Mis herman@s, es evidente entonces que el diezmo no fue una práctica de la iglesia cristiana durante el primer siglo. No hay un solo texto que afirme o mencione esta costumbre. Mucho menos se consideraba un mandamiento. Era parte de lo que practicaban los judíos en obediencia a la Ley dada por Dios a Israel; pero no fue parte de lo que heredó el cristianismo. Son muchos los textos bíblicos en los cuales sus autores, inspirados por Dios, establecieron que quienes vivimos bajo el Evangelio, bajo la gracia de Dios, bajo la obra de Jesús, ya no vivimos bajo la Ley. Pablo y Santiago dicen que quienes viven bajo la Ley viven bajo maldición... no lo digo yo, sino los autores bíblicos. La recomendación de Pablo es que no vivamos bajo esa maldición. Uno se pregunta: ¿porqué maldición? Pues para no desviarme, se los explicaré bien fácil. La Ley judía encerraba ¡613 mandamientos! Imagínense mis herman@s, ¿podría alguien cumplir con eso? Claro que no, por eso Jesús le dice a los religiosos: "ustedes le imponen una carga a la gente que ustedes mismos no pueden llevar". Era maldición porque intentar relacionarse con Dios bajo un sistema tan legalista se convertía en algo prácticamente imposible. Dios nos liberó de eso en Jesús (no sé tú, pero para mi son buenas noticias). Santiago dice más: Aquel que pretenda cumplir una parte de la Ley se hace esclavo de la Ley entera. Por tal razón es que considero que este tema es bien serio. Pretender que quienes vivimos bajo la gracia debemos cumplir con la Ley o parte de ella es imponer a nuestra gente un estilo de vida y un sentido de culpa que la Biblia llama maldición. Pararse en un altar a decirle a nuestr@s herman@s que el que no diezma está bajo maldición porque el profeta Malaquías lo dijo es una barbaridad. Revisemos brevemente lo que dijo Malaquías.
Esta profecía se escribe para el tiempo en que los judíos habían regresado del exilio en Babilonia y habían reconstruído el Templo y la ciudad de Jerusalén. Por el contenido del libro sabemos que el pueblo había descuidado todo lo relacionado al Templo que era en aquel contexto el centro de la vida religiosa de Israel. Todo su contenido gira en torno al tema de la restauración de una saludable vida de adoración y servicio a Dios a través de la experiencia cúltica. Entonces irrumpe la pregunta en el capítulo 3: ¿En qué robará el hombre a Dios? En los diezmos y los primeros frutos de la cosecha. Sin embargo, antes de preguntar: ¿En qué le hemos robado a Dios?; realiza otras preguntas. Algunas son:
¿En qué hemos menospreciado el nombre de Dios? (1:6)
La respuesta: En ofrecer pan inmundo en la mesa del Templo, y en ofrecer animal ciego, cojo y enfermo para el sacrificio.
¿En qué hemos cansado a Dios?
La respuesta: En haberse casado con mujeres extranjeras (2:11)
Estas otras preguntas se encuentran en el mismo texto, pero obviamente nadie piensa que aplique a nosotros pues no ofrecemos sacrificios de animales, y nos casamos con mujeres extranjeras. Entonces, ¿dos preguntas no nos aplican y una si? ¿Porque? ¿Por conveniencia? ¿No sería más honesto decir que todas aplican a gente que vivía bajo un sistema de Ley bajo el cual no vivimos hoy? Me parece que si leemos bien al profeta vamos a encontrar otras denuncias que no son nuestras favoritas, pero me parece que son muy relevantes para hoy: No tratar a todo el mundo por igual (2:9); menospreciar a su hermano (2:10); ser desleales (2:16); explotar a los trabajadores (3:5); abusar de viudas y huérfanos (3:5); tratar mal a los extranjeros (3:5).
Entonces, ¿es el diezmo un fraude? Me parece que la respuesta es un poco compleja. Decir a quien no pueda diezmar que está bajo maldición citando al profeta Malaquías u otro texto de la Ley judía es criminal. Por otra parte, vender sueños de que Dios está comprometido con devolverte el ciento por uno del dinero que le ofreces como si se tratara de una lotería espiritual es igual de criminal, es un engaño, y Dios nos pedirá cuenta por las mentiras que le vendimos a la gente en Su nombre...
¿Nuestro dinero puede honrar a Dios? Dios no necesita tu dinero ni el mio... ahora bien, Jesús dijo: "Donde esté tu tesoro, estará tu corazón" ¿Qué creen de eso? En una sociedad como la nuestra, el dinero mide nuestra fidelidad. Me parece que para mucha gente con capacidad económica, el diezmo es mezquino, pudiendo dar mucho más. Para otras personas, viviendo en condiciones económicas precarias, pedirles el diezmo es un crimen. Crearles sentido de culpa por no poder darlo, o acusarles de falta de fe, es una extorsión.
Por otra parte, sacando la cara por l@s pastor@s, es un abuso pretender tener una persona que predique tres veces a la semana, visite y atienda gente siete días a la semana, administre, enseñe, tome tazas de café malísimo que le ofrezcan l@s herman@s, y no reciba un salario digno, equivalente a la carga de trabajo y el tiempo invertido (el obrero es digno de su salario, y el salario debe ser digno del obrero también). Además, la iglesia cuesta operarla: luz, agua, teléfono, seguridad, construcciones, etc. ¿De dónde sale el dinero? No es del cielo, sino de gente comprometida. Hay tres problemas principales:
El primer problema está en no enseñar a la gente lo que realmente es iglesia. No es el templo. Es una comunidad, es un cuerpo, es una convocación de seres humanos que somos distintos, pero tenemos un mismo propósito; nos damos la mano; nos sentimos parte... Si no tienes un sentido de pertenencia con tu comunidad de fe, si no sientes que eres parte de esto, y esto es parte tuya, es tiempo de salir a otro lugar porque te aseguro que te va a pesar mucho dar.
El segundo problema es que no entendemos que al dar no estamos dando lo nuestro, sino que todo lo que tenemos nos ha sido dado, por lo tanto, no nos pertenece. Salimos de la tierra, del polvo, y al polvo volvemos; todo lo demás: hijos, pareja, dinero, propiedades, todo, todo nos fue dado: no es nuestro. Entonces este entendimiento de la vida y las posesiones nos hace ser desprendidos y apreciar que lo más importante y valioso en la vida, no lo obtiene el dinero.
Finalmente, si la gente viera que en adición a cubrir la operación de la iglesia, se utiliza el dinero para ayudar, construir, alimentar, me parece que habría mucha más gente dispuesta a dar mucho más. Si un día se utilizara el diezmo de una familia para hacerle una compra a otra familia en necesidad; si se utilizara para aportar a los problemas y necesidades de la comunidad que nos rodea, aunque no sean bautizados ni diezmen; si se utilizara para equilibrar un poco la desigualdad en el mundo; si la iglesia participara activamente en resolver el problema, en vez de ser parte de este; entonces, no habría que pedir mucho, la gente que ama a Dios y su Reino se desbordaría en dar porque ven el fruto....
¿Es el diezmo un fraude? ¿Qué diría Dios hoy?