Recuerdo
aquel día y todavía me molesta... Éramos un montón de muchachos con deseo
genuíno de servir a Dios; y llegábamos de un retiro que duró todo el fin de
semana. Estábamos como dicen: "activa'os", "pompea'os".
Llegamos el domingo en la noche al servicio de nuestra iglesia. Me sentía
"en las nubes" hasta que entré por la puerta, y escuché el comentario
de la diaconisa: "Llegaron los jóvenes del retiro; vamos a ver cuánto les
dura esta vez..." Muy mal por ella, y por todos aquellos que de alguna
manera u otra menosprecian o subestiman la juventud en nuestras iglesias. Pero,
por otra parte reconozco que en ocasiones, tanto los jóvenes como los menos
jóvenes, proyectan una inconsistencia en sus vidas que provoca las críticas de
otras personas. De ninguna manera justifico la crítica no-constructiva, ni
mucho menos el menosprecio o el dedo acusador (quienes obran así definitivamente no han
conocido a Jesús de Nazaret); pero tampoco justifico nuestras "montañas
rusas espirituales"... Si, un día estamos en el tope, nos "comemos
los nenes crudos", sentimos que podemos conquistar el mundo; y de repente,
de la nada, nos "escocotamos", estamos llenos de culpa, nos
desmotivamos y ya no hay "gozo"... La vida de mucha gente en la
iglesia es eso: una "montaña rusa espiritual"...
Cuando
leemos las Escrituras tenemos por obligación que leer acerca del pueblo judío
porque más de 2/3 partes se escriben a
ellos. Podemos críticarlos, decir que eran malos, acusarlos y condenarlos; pero
hay que reconocer que esa gente tenía muchas virtudes que admirar. Un ejemplo
lo encontramos en el Shemá. Este era el corazón de la Ley Judía o Torá; y había
que repetirlo todos los días: "Escucha
Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas". (Deut. 6:4-5) Israel
era una pequeñita nación rodeada de grandes naciones y poderosos imperios. Lo
increíble es que eran los únicos en todo aquel mundo que afirmaban el monoteísmo,
o sea la existencia de un solo Dios. Era nadar en contra de la corriente. Todos
los pueblos tenían muchos dioses, y ridiculizaban a Israel por su afirmación
monoteísta. Sin embargo, se mantuvieron en su postura de un solo Dios por
milenios hasta el día de hoy. Claro, esa afirmación es la base del Cristianismo
y del Islam, las otras religiones monoteístas, que han provocado que la idea
dominante religiosa moderna sea de un solo Dios; pero en la antiguedad era tan raro
como es para nosotros y nosotras hoy escuchar a alguien afirmar el politeísmo, o la
creencia en varios
dioses. La pregunta que surge es: ¿qué provocó esa consistencia y perseverancia
de Israel en afirmar un solo Dios a pesar de las persecuciones y consecuencias
que esto implicaba?
Tres jóvenes amigos de Daniel ponen en peligro su vida con tal de mantener su
fidelidad al único Dios,
por nombrar un ejemplo. Quizás si descubrimos sus razones, nos ayude en
nuestras propias "montañas rusas". La razón era bien sencilla: los
judíos conocían el corazón de Dios.
Yo sé que has escuchado mucho acerca de esto. Algunos hermanos y hermanas
pretenden conocerlo simplemente a través de una experiencia de adoración o intimidad con
Dios, y eso es muy importante, pero no suficiente. Para entender por qué,
tengo que hablarles
algo sobre el hebreo, el idioma original en que se escribe lo que conocemos
como Antiguo Testamento. Este se lee de derecha a izquierda, a diferencia del
español. Por lo tanto la primera letra de una palabra está a la derecha y la
última a la izquierda. La Torá es la Ley Judía, los primeros 5 libros de
nuestras Biblias, la sección más
importante de sus Escrituras. Si leemos la Torá en español la letra con la cual
comienza Génesis 1:1 es la "bet" (equivalente a la B o V en español) de la palabra "bereshit" o
principio. La última letra de la Torá es la "lámed" (equivalente a la L en español) de la palabra Israel que es con lo
que termina Deutronomio 34. Si la leemos en hebreo de derecha a izquierda la
"lamed" es la primera letra en la Torá y la "bet" es la última. Estas dos
letras forman la palabra "lev" que significa corazón. En otras
palabras, los rabinos afirman que de principio a fin las Escrituras encierran
el "lev" o corazón de Dios. La mayor devoción y amor de ellos era por
las Escrituras, la Palabra de Dios. La leían, la recitaban, la memorizaban, y
en momentos difíciles era su consuelo... ¡igualito que nosotros! Seamos
honestos, en nuestras iglesias mucha gente solo lee la Biblia en los cultos y
por eso no conocen a Dios, y mucho menos conocen el corazón de Dios. Ir a
conciertos, a vigilias, a cultos, a visitar profetas o hacer ayunos no te van a
llevar a conocer Su corazón, solo las Escrituras que encierran su
"lev"...
La letra
"bet" simboliza casa; y los judíos creían que el corazón de Dios (las
Escrituras) era su casa. Por tal razón, sin importar donde estuviesen, en
destierro, en cautiverio, las Escrituras eran su refugio. Esto los hacía
fuertes, consistentes ante las peores circunstancias.
Por otra
parte, la letra "lámed" tiene una peculiaridad: es la más alta de
todas las letras del alfabeto hebreo. En otras palabras, los judíos creían que
cuando el corazón de Dios era tu casa, tu vida se elevaba al nivel que Dios
había destinado. O sea, si quieres crecer, madurar y conocer el corazón de
Dios, no hay otra receta, no hay nada que reemplace su Palabra.
Acércate a
las Escrituras, deja que Jesús te muestre como vivir una vida de fruto y plena
según Él. Allí encontrarás misterios del corazón de Dios como: haz a otros como
quieres que te hagan a tí; no juzgues si no quieres ser juzgado; ama incluso a
los que te hacen daño. De hecho, en el corazón de Dios encontrarás lo que Dios
espera y desea más que nada de tí. Está en el segundo verso del Shemá: que lo
ames con todo... alma, fuerza y corazón, ese es el mayor deseo del corazón de
Dios: tu amor, libre y voluntario...
Bájate de la montaña rusa...
Escucha...
escucha... escucha...
solo puedo decir amen!!!!
ReplyDeleteAmén! !
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